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REDACTAR ES DIBUJAR [RRL]

Los miembros de Zares de Universo proponen una humorada en forma de esquema (cuya autoría parece ser de @cobertamp); y humorada queda. Sin embargo, el esquema (basado en la erosionada idea de evolución), a su vez, puede ayudar a reflexionar sobre las cosas que, por conocidas, desaparecen del campo visual. El esquema, se diga lo que se quiera, no representa ni evolución ni involución ninguna; si algo podría representar es que el tiempo nada puede contra una intuición genuina: esa de querer dibujar lo que se tiene en la mente. Tal como la actualidad concibe el asunto, esa intuición dio lugar a distintos sistemas de escritura, los que técnicamente, a su vez, deberían concebirse como sistemas de pintura o dibujo (aun el sistema alfabético). Si eso no sucede, es porque la escuela enseña según su conveniencia; y las personas, yendo a la escuela desde tierna edad, se creen sin chistar lo que esta les narró, reforzándolo con más tonterías de su propia cosecha.


Para regresar al punto de partida y resumiendo lo dicho, el ser humano continúa dibujando lo que imagina, según su comprensión del dibujar en cada época. Esto queda claro si se atiende a la etimología de las lenguas ortotipográficas que aún nos acechan; tanto en griego como en latín, la idea de escribir se expresa con verbos como dibujar, planear, graficar, etc. Dicho en una nuez: escribir es dibujar. De hecho, como bien sabían los griegos, no hay grandes diferencias entre el que escribe y el picapedrero. Ahora bien, si escribir es dibujar, ¿el dibujo puede tener algo que ver con el hablar? Poco. En todo caso, la confusión, la crea el alfabeto, uno de los varios sistemas de dibujo, pues el alfabeto parece representar gráficamente cada fonema (sonido contrastivo) de la lengua a la que se lo aplique. Empero, la verdad es que ningún dibujo puede representar nada de lo que efectivamente hacemos, ni cuando hablamos ni cuando imaginamos musicalmente ni cuando elucubramos algebraicamente.


Ante todo, visto como nos enseñaron a percibirlo desde la difusión occidental de la imprenta, el alfabeto es una notación, y una notación es un arreglo de símbolos que ayudan a la reconstrucción de lo efectivamente imaginado y hasta penado abstractamente. La notación, dicen los que saben, es una técnica de almacenamiento. Tal como lo pide la normativa de las lenguas de cultura, sería más una técnica descubrimiento (heurística) cuando se la utiliza para hablar significativamente o para pensar. Así las cosas, el contenido de lo pintado/dibujado/escrito no puede residir en el papel (o la memoria de la computadora), sino en la mente de quien pinta/dibuja/escribe. Por eso, se escribe para leer y no a la inversa. De hecho, leer letras es como leer notas musicales. ¿Se puede imaginar el papelón de un ejecutante musical que, con la excusa de desarrollar su propia interpretación de la partitura, solo demostrara que no sabe leerla las unidades gráficas que debe traducir en movimientos musculares? Extrañamente, eso sucede todos los días con los lectores de impresos. Lo justifican llamándolo interpretación, ejercicio, mi lectura; en breve, es apenas un conflicto emotivo de intereses. Lectura, comprensión no es.


Así las cosas, sin la participación de los diferentes estratos aperceptivos a los que, solo por comodidad, llamamos memoria, no habría ni lectura ni escritura. Por otra parte, cabe aclarar que el alfabeto es un sistema de escritura que utiliza imágenes convencionales para dibujar; a las unidades de dibujo, de lectura, les damos el nombre letras. Se comprende, pues, que la afirmación, repetida hasta el hartazgo como verdad revelada, según la cual actualmente, se tiende a una cultura de la imagen es simplemente una perogrullada. En todo caso, la cultura de la imagen se viene desenvolviendo desde el cuarto siglo antes de Cristo. Ahora bien, si los que sueltan eslóganes reflexionaran dos segundos, comprenderían que, cuando hablan, no quieren decir cultura de la imagen, sino cultura de la imagen visual, porque la etimología del vocablo «imagen» llevaría la discusión hasta el gesto corporal mismo; y, humanamente hablando, en lo tocante al gesto corporal, no existen perímetros cronológicos.


Para finalizar, no estaría de más señalar que la humorada esquemática aquí propuesta parece dar lugar a una discusión acerca de la ortografía; es decir, a la manera (cor)recta de dibujar para el recuerdo. Según los polemistas de turno, hoy la ortografía estaría en decadencia social, tanto para los que lo lamentan como para los defensores de una expre-sividad individual adocenada (aunque se la quiera maquillar de original). La realidad, ostensiblemente, es muy otra. Siendo el uso del alfabeto una técnica, obligatoriamente, tiene que poseer reglas de uso, acordes con la finalidad de la aplicación. Repitiéndonos en términos muy abarcadores, se escribe para leer, y la ortografía, por un hecho sencillo, aunque siempre inadvertido, busca agilizar y facilitar la lectura, en favor del recuerdo. Como nadie tiene esto en la mente cuando el aburrimiento lo lleva a polemizar, las respuestas son, forzosamente, de los más desopilantes. La realidad, en cambio, es absolutamente triste: deja al desnudo la solidez y extensión de la pobreza mental a la que está reducido un semianalfabeto cuando conversa, interiormente, consigo mismo. Platón lo había indicado en el Fedro. Y además, la polémica desconoce, vergonzantemente, la ortotipografía (que es lo que debería conocer).

 

 


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