LA LÓGICA ARISTOTÉLICA [GIORGIO COLLI, fragmento)
La formación del Organon, su constitución sucesiva, hasta su culminación, de semejante estructura a manos de solo un hombre, tiene algo de milagroso. Este hecho histórico no ha sido explicado hasta ahora ni en sus causas ni en su misma posibilidad. La conexión vital con el pensamiento y con la persona de Platón, el ambiente cultural ateniense del siglo IV a.C., la vida de Aristóteles y las características correspondientes a sus labores literaria y didáctica, todos estos aspectos, indudablemente, han sido elementos estudiados y aclarados de diversas maneras por la investigación histórica moderna, aunque apenas ayudan exteriormente, de manera forzada, a la explicación de un acontecimiento tal. Se nos escapa un cierto dato vital. Y entonces no nos queda sino llenar la laguna con un presunto dato individual, con la persona Aristóteles. Esta, empero, no es una explicación: es recurrir a lo milagroso, o si queremos, a un dato que se juzga inmediato, aunque en realidad no se lo intuya. El ser humano brindó a la historia algunos servicios, que aun cuando no hayan sido previsibles en su especificidad, caben sin embargo en una cierta esfera. El individuo se movió, hasta ahora, en obra y pensamiento, dentro de límites determinados. A estos, en cambio, parece escapar el autor del Organon. Naturalmente, para valorar nuestra aserción correctamente, se necesita la aprehensión concreta de este dato histórico; es decir, se precisa haber dominado de antemano el contenido total de un cierto escrito intitulado Organon, prescindiendo de cualquier juicio sobre el particular. Nosotros estudiamos durante mucho tiempo la obra y no logramos la aprehensión total del contenido. Por este motivo, hicimos referencia a un hecho histórico milagroso. Y no solo eso: sino que habiendo leído muchas obras relativas al Organon, escritas en épocas distintas por otras personas, llegamos a la conclusión de que ni siquiera ellos lograron dominar el contenido. En pocas palabras, la lógica aristotélica no ha sido comprendida aún; o mejor dicho, más allá de lo que ha sido comprendido, se encuentra siempre alguna otra cosa que todavía queda por comprender. Nótese que no nos referimos para nada a una naturaleza oculta, inaferrable o mística de esta lógica. Aristóteles habla a la razón humana y cualquiera puede entenderlo; además, su lógica tiene un contenido finito, y cada uno de sus pensamientos expresa un objeto particular, cuya determinación surge, sin embargo, de la conexión con todos los otros pensamientos del autor. Dominar este tejido, reconocer en él cada una de sus hebras con todas sus relaciones, significa haber comprendido la lógica aristotélica. Naturalmente, aquel que considera un elemento de esta lógica aisladamente, o en relación con otro pequeño grupo de otros elementos, piensa haber comprendido una cierta doctrina, y como sucede tan a menudo con los intérpretes, se dejan llevar por su propio cerebro, formulando críticas brillantes a la doctrina antedicha. Llega después otro intérprete más agudo (o había llegado con anterioridad), el que ensancha la esfera de las relaciones (entre las ideas) y refuta la crítica, proponiendo quizás otra y así sucesivamente. Que el tejido haya sido rasgado, aquí y allá, no podemos afirmarlo honestamente, puesto que nadie ha logrado aún examinar minuciosamente todas las relaciones posibles.
Aristotele. "Organon". A cura di Giorgio Colli. Fragmento de un párrafo introductorio, borrado de la edición original. [trad. RRL]
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