Hace ocho años comenzó un seminario que cambió (sin habérnoslo propuesto), radicalmente, nuestra percepción de cualquier clase de estudio pasado, presente o futuro. El puntapié inicial fue, a todas luces, un curso de ortotipografía, una serie de lecciones acerca de cómo proyectar en el plano (volcar en dibujos) las melodías en sordina a las, con cierta falta de destreza, llamamos «pensamientos». Repentinamente, en el curso del primer año, hizo su aparición la sombra del R.P.

Si se recorre, con cierta atención, alguna enciclopedia prestigiosa, puede llegarse a esta definición «suave» de «lectoescritura»:...

Enigma del siglo XXI iberoamericano: las variopintas titulaciones terciarias parecen genéticamente incompetentes para adueñarse de la...

A pesar de la imparable grafomanía de los últimos dos siglos y medio, parece que pocos se hacen una pregunta que, de otra manera, se...

¿No da gracia escuchar hablar sobre lectoescritura? ¡Y la pedantería con la que hablan los autodenominados «peritos»! ¿Qué puede decir...

¿Por qué cuesta tanto entender que, si se va a juzgar la inteligencia social de un individuo, exclusivamente, por su desempeño en la...